SOBRE EL PERIODISMO UNDERGROUND. Por Fidel Carlos Flores C*

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“Underground” es un anglicismo que se aplica a las manifestaciones artísticas o a los estilos de vida que se consideran alternativos, contrarios o ajenos a la cultura oficial. La palabra significa literalmente “subterráneo o submundo”. Considera que la cultura que transmiten los medios de formación de masas es superficial y que por debajo esta lo verdadero aquello ignorado que se encuentra en la oscuridad.
En la década de los cincuenta, del siglo pasado surgen los primeros medios que tienen como público objetivo a sectores excluidos. En este sentido los grupos sociales que reflejan el underground son, los marginales, los minoritarios, los de izquierda, los de raza afro americana, los especializados, los ecológicos, entre otros. Siendo a su vez correspondidos por un movimiento que refleja a dichas comunidades, y donde se narra en primera persona, por lo tanto la agenda se nutre de temas sociales que interesan a sus audiencias.
Otra de las características importantes es que su carácter es comunitario y que no está hecha por profesionales de la información, sino por ciudadanos, por lo que su línea editorial es independiente y libre (menos ataduras al sistema). Un ejemplo de underground sería la aparición de revistas ambientalistas, gay, feministas y otros donde se reivindican derechos de sectores olvidados, de homosexuales o posturas de las mujeres frente al aborto, etc.
También se pueden detectar diferencias evidentes al caracterizar a la prensa industrial. Veamos:
La prensa convencional (formal o industrial) es antes que nada es una empresa capitalista que tiene como objetivo la ganancia, considera a la noticia como mercancía, su ideología en la mayoría de los casos es liberal de derecha, en consecuencia, vive de la publicidad no de los costos de producción, por ejemplo si El Universal o El Sol de México, no tuviera publicidad costaría aproximadamente 40-45 pesos. Esta dependencia lo liga fuertemente a intereses extra periodísticos.
Su agenda de hechos noticiosos está basada y referida a temas políticos, deportivos, sociales, de personajes, de espectáculos, donde el eje central son los protagonistas, no el ciudadano común. Además de que su narración tiene un carácter impersonal (tercera persona) y su estructura forma de pirámide invertida.
En este contexto nos planteamos la siguiente pregunta ¿Qué presencia e influencia tiene el periodismo underground en el siglo XXI?
Después que la prensa convencional tuvo su cenit comercial y sus audiencias fueron acostumbradas a consumir dichos productos noticiosos, la aparición de los movimientos underground, entre otros hicieron que se actualizaron viejos principios de la prensa, necesarios y fundamentales, nos referimos a la responsabilidad, sensibilidad e inclusión social.
Por lo tanto, considero que el ejercicio de este periodismo justifica actualización y práctica ya que corresponde a necesidades específicas, es sensible, comprometido y vive los problemas de la sociedad. Y cumple un papel destacado e ineludible. Su presencia representa la catarsis de varios sectores marginados y vulnerables en el México de hoy.
(*) Periodista (EPCSG) y economista (UAM-Azcapotzalco)
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SOBRE AVERSIONES MEDIÁTICAS Y SESGOS PERIODÍSTICOS ENCUBIERTOS (MÉXICO). Por Fidel Carlos Flores*

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La austeridad, una de las constantes del gobierno actual ha generado un enfrentamiento y molestia extrema con el sector mediático de los poderes fácticos, desapareciendo –así- privilegios anteriores. Dicha supresión de recursos económicos y públicos impactó a tal grado que generó, en las últimas semanas, una articulación de ataques al gobierno por medios tradicionales y virtuales.
Un encono obsesivo de agoreros del desastre «que todo salga mal» para que a futuro concluyan “se los dijimos, era un peligro para México.
Vivimos pues, sesgos encubiertos en nombre de la independencia y libertad de expresión, tendencias que a pesar de pertenecer a una minoría tienen voz y mando en medios tradicionales. Allí sus periodistas -en general- siguen una línea editorial que busca polarizar visceralmente a la opinión pública.
Línea editorial, en democracia –claro- con derechos y espacios garantizados por el Estado, pero que en el manejo de contenidos quedan expuestos respecto a la defensa de sus intereses, alejados de contexto, contraste y rigor periodístico. Por cierto, son los mismos comunicadores que otrora fueron cómplices de enriquecimientos ilícitos derivado de políticos corruptos.
Y sí, a pesar de errores, rectificaciones y tropiezos el gobierno busca cambiar: primero con un discurso frontal y transparente y luego con acción de campo. Evidentemente estos procesos no son mágicos, ni se dan en cinco meses (Eduardo Galeano, solía afirmar que: la historia y sus transformaciones se asemejan a una Señora de lenta digestión).
Por otro lado, estudié el proceso político desde el sexenio de José López Portillo (1976-1982) y viví sus dramáticos ciclos hasta llegar a los linderos del Estado fallido con un rotundo fracaso macroeconómico (inflación, desempleo y decrecimiento), además de la desmantelación neoliberal del país.
Recuerdo también discursos y praxis (sexenio tras sexenio) y el empobrecimiento de trabajadores y clase media, en consecuencia la domesticación de la conciencia por la política llegando a un punto sin retorno, en ese tiempo me preguntaba ¿cuál sería el punto de quiebre o inflexión total?
El presidente, sí debe mostrar resultados pero más adelante, la reestructuración es paulatina y todos debemos hacer nuestra parte. Transitamos por una herencia neoliberal de opacidad, corrupción y pésima distribución de recursos que nos acercó al abismo.
En lo personal, en el México contemporáneo no creí llegar a conocer a un presidente con las características del actual: ideología, estilo de comunicar, gobernar, enfrentar y pisar callos con “primero los pobres o no puede haber Gobierno rico con pueblo pobre” afirmaciones con las que -quizás- sume más detractores en Latinoamerica. Se lo acusa de “populista, demagogo, ignorante de la complejidad del mundo moderno y las finanzas«, pero Andrés Manuel López Obrador continúa siendo defendido en México por una mayoría que se cansó y abandonó a los medios tradicionales precisamente por su falta de “credibilidad”.
Su estilo confrontador es notable le funciona, quizás en ocasiones equivocado, pero no siempre. Hace décadas que la sociedad conoce su estilo directo. Por fin sectores amplios escuchan a foro abierto y en tiempo real a un presidente denostar y denunciar privilegios y favorecidos. Así, López Obrador, impone agenda pública, matiza frases, argumentos y contesta todos los días, desde su estrado (conferencias mañaneras).
Una característica de los sectores acaudalados en estos tiempos es de seguir creyendo que vivimos una excepción, un mal sueño y que pronto regresará la normalidad de explotación, prebendas y connivencia con el poder político añorado.
Sin embargo los cambios, primero fueron tecnológicos es decir nuevos escenarios virtuales (redes sociales), donde los jóvenes fueron migrando hacia contenidos lejos de la influencia televisiva.
En estos contextos, a cinco meses observamos inicios de programas y acciones encaminadas a mejorar la condición de vida de sectores populares, obviamente algunas llegaran a buen puerto, otras no. Pero el presidente está convencido que el bienestar de los de abajo es base fundamental para combatir la inseguridad pública y la corrupción.
Finalmente, esperemos que su lectura y análisis en la práctica funcione por el bien general, sobre todo porque en los avatares cotidianos no existe plan B.
(*) Periodista (EPCSG) y economista (UAM-Azcapotzalco)
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REFLEXIONES SOBRE LA VIOLENCIA. Por Sergio Sanjines*

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Cuando Cuauhtémoc Cárdenas asumió la jefatura de gobierno de la ciudad de México, se inició una escalada de atracos a mano armada en la ciudad; y a medida que pasaba el tiempo se multiplicaron de manera inusitada estos ilícitos y paradójicamente sucedían ante la presencia de grupos de reporteros de TV AZTECA que se encontraban de manera casual en la zona.
El clima de inseguridad creció, entre otros: un día asaltaron a la esposa de un importante empresario, luego asesinaron a un famoso animador de televisión lo cual enojó a una parte de la sociedad y apareció ante cámaras Ricardo Salinas Pliego, propietario de TV AZTECA exigiendo la renuncia del jefe de gobierno.
Poco tiempo después un grupo de reporteros fueron llevados a la delegación para que levantaran denuncia de un ilícito del que supuestamente fueron testigos y se les pidió que entregaran las pruebas. En tal situación comprometida, los reporteros confesaron que TV AZTECA les “pagaba” por tales montajes. A partir de entonces, los atracos a mano armada disminuyeron por arte de magia en la ciudad.
Hace unas semanas atrás, el presidente López Obrador canceló la concesión de una mina de oro del Sr. Salinas Pliego quien reaccionó con inusitada furia ante los medios. Pocos días después ocurrió una masacre en Minatitlán, y se desplegó una escalada de bots, que culminó con los huachicoleros Fox y Calderón exigiendo la renuncia del presidente López Obrador. No se puede establecer una relación directa de los mencionados con el incidente de Minatitlán, sin embargo, la relación con la campaña de bots es directa. Saque usted sus conclusiones.
(*) Cineasta
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SOMOS UNA GENERACIÓN FORZADA A VIVIR LA NOSTALGIA PORQUE SE NOS HAN TRUNCADO LAS ESPERANZAS: DIEGO GARROCHO. Por Francesc Miró

Alianza Editorial publica Sobre la nostalgia, un brillante ensayo sobre un sentimiento tan antiguo como la añoranza y tan presente en nuestra cultura actual como el enésimo remake de la película de tu infancia. (Fragmento de publicación virtual)
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Madrid/Ciudad de México, 20 de abril (ElDiario.es/SinEmbargo).– Puede que sea una de las palabras más utilizadas de la actualidad. En este texto la verá escrita en numerosas ocasiones. Se habla de su presencia en la industria cultural, en el cine y las series. Se escribe de remakes, reboots, secuelas de películas que todo el mundo creía olvidadas… Pero como sostenía Hayao Miyazaki en El viaje de Chihiro, nada de lo que sucede se olvida jamás, aunque nosotros no podamos recordarlo.
Bien lo sabían los pacientes del médico suizo Johannes Hofer que en 1688 defendió una tesis doctoral en la Universidad de Basilea en la que acuñaría un término único: nostalgia. Varios de sus pacientes presentaban una serie de patologías que, según él, estaban relacionadas con pasar largos tiempos alejados de la tierra de nacimiento y sus seres queridos. A todos ellos les abandonaban los males que les aquejaban gracias a un retiro de vuelta en el hogar familiar. De hecho, el origen de la palabra anida en los vocablos griegos νόστος -‘nostos’, o regreso- y ἄλγος -‘algos’, o dolor-, en lo que podría traducirse como el dolor por regresar.
A esta palabra de nueve letras se dedica el amplio y brillantemente construido ensayo Sobre la nostalgia. Damnatio Memoriae. Un texto entre lo filosófico y lo antropológico publicado por Alianza Editorial y escrito por el profesor de Ética y Filosofía Política de la Universidad Autónoma de Madrid, Diego S. Garrocho. Un recorrido fascinante por las distintas derivas en las que el vocablo se ha aplicado a lo largo de estos siglos, y cómo ha cambiado nuestra percepción del mundo que nos rodea. De nuestra idea de memoria, tiempo y presente.
–¿Cómo nace Sobre la nostalgia?
–Todo parte de una vivencia personal. Yo soy una persona obsesivamente nostálgica y el tema siempre me había interesado. Pero además comencé a detectar que había un movimiento social que se empezaba a comprometer con una experiencia nostálgica.
Me interesaban mucho los mecanismos de olvido y memoria y a partir de ahí empecé a tirar de hilos con muy buena fortuna, e investigar la construcción social de la nostalgia. Había un territorio fascinante que me permitió construir un libro sincopando la parte de investigación con la cuestión afectiva y social. Y salió un texto a mitad de camino entre la filosofía y la historia cultural.
–En el libro dice que no hay nada más moderno que la nostalgia porque no hay nada más antiguo que el futuro. ¿El ser humano siempre ha sido nostálgico aún cuando no tenía una palabra para determinar ese sentimiento?
Lo que sí que está claro es que, a partir de la Modernidad, la nostalgia se radicaliza en sus usos artísticos, clínicos, culturales, filosóficos y políticos. También por esa pérdida de la autoridad con la que tiene que ver toda la Modernidad, que sin embargo seguimos echando de menos. Me refiero a que el habernos quitado el yugo, era algo liberador, pero nos hizo pensar que aquello también abrigaba. Como una suerte de síndrome de Estocolmo. Hay una pulsión en la Modernidad que es echar de menos la palabra del padre, da igual si fuera el César, el Rey Absoluto, el Papa o el canon cultural. En cierto modo, la nostalgia es un precio de la libertad.
–Entonces, empezó a investigar el tema porque notaba que había socialmente un compromiso con la nostalgia. ¿Es un sentimiento particular de la generación millennial, o es el resultado de una industria cultural que ha visto en la nostalgia un nicho de mercado?
–Creo que hoy vivimos una época culturalmente más nostálgica que otras. Es decir, es cierto que los masones del siglo XVIII podían ser nostálgicos del mundo egipcio o que el Renacimiento echase de menos al clasicismo. Pero parece claro que la industrialización de la nostalgia ha acontecido de forma muy evidente a principios del siglo XXI.
El año pasado fue pesadísimo porque era el aniversario de mayo del 68 y demostraba una ausencia imaginación política evidente el hecho de que no podíamos imaginar una revolución que no fuera como aquella, con los adoquines, la arena de playas, los puños en alto… El último libro de Alberto Olmos, Ejército enemigo, tenía a una chica con el puño en alto en la portada. Parecía una foto de mayo del 68 pero era una foto del otro día en una mani de estudiantes en París. En ese sentido creo que somos más nostálgicos que nunca. Somos una generación a la que se le ha forzado a vivir esa nostalgia en la medida en que se le han truncado las esperanzas en el futuro.
–Hablando de mayo del 68, hace unas semanas, en una entrevista le pregunté a Ismael Serrano por qué seguíamos cantando canciones como Papá cuéntame otra vez o L’estaca… ¿No tenemos referentes que construyan nuevos imaginarios?
No creo que hayamos perdido los referentes, sino que se ha perdido la necesidad de construirlos. Durante mucho tiempo la sociedad contestó a la conveniencia de conductas ejemplares, de que existiesen personas que merecieran ser imitadas. Modelos morales o de conducta. Creo que eso se está revirtiendo y vivimos un momento más constructivo en esa propuesta de referentes morales. Ya nadie se atrevería decir ‘todo es opinable, nada es bueno o malo’. No, perdona, la violencia machista no es opinable. Ya no lo es y eso es un avance.
–Remedios Zafra sostenía en el libro El entusiasmo que uno de los condicionantes más importantes de la creación cultural actual es que no existen los medios materiales que permitan sustentar una vida dedicada a la cultura o la creatividad. ¿Puede que la precariedad haya influido en la creación de referentes? ¿Que la impida, de hecho?
Ahora bien, hay que subrayar que esto no puede ser una estrategia de legitimación de la explotación de las personas. Hay que combatir la precariedad con todo lo que tengamos. Nuestra generación ha sido especialmente maltratada en este sentido. Pero tampoco creo que vivamos una época especialmente infecunda en lo cultural. La nostalgia como motor cultural podía estar presente en Goethe pero nadie diría que es un mal autor porque es un autor nostálgico. La nostalgia puede, paradójicamente, alumbrar conductas brillantes.
–Ahora que habla de nostalgia como motor cultural: hoy en día se mercadea con ella a nivel global y multitud de productos culturales escapan a la mirada actual. Remakes, reboots y adaptaciones en acción real de clásicos animados como Dumbo, El Rey León o Aladdin son ejemplos. ¿Es Disney responsable de la generación más nostálgica de la historia?
–Yo le concedería menos poder a Disney en esto del que solemos darle, porque no estoy tan seguro de que Disney infunda en nosotros nostalgia sino que triunfa porque el ser humano es un animal nostálgico. Hemos constatado que el presente no sirve, el mundo en que vivimos, incluso cuando seamos felices y contemos con una razonable protección material, ya no nos basta.
Entonces, a esa falta casi constitutiva del ser humano que es el echar de menos se suma el no estar a gusto con su situación por bien que le vayan las cosas. Y creo que una industria como Disney es capaz de dirigir sus productos culturales hacia este sentimiento. En su caso de una forma bastante obvia: se trata de perpetuar la infancia. Un lugar y un refugio que son un tópico universal. ¿Quién no querría volver a soñar como un niño? Es un sentimiento imbatible, todos queremos volver a la infancia por un segundo. En parte porque en la vida adulta nos lo han puesto muy difícil, pero también porque aunque nos vaya bien, hemos construido una forma de habitar el presente que es siempre insuficiente.
–En este sentido, ¿cómo opera la nostalgia para que añoremos cosas que no hemos vivido? ¿Estamos en un ambiente en el que aceptamos culturalmente la nostalgia de generaciones que no nos pertenecen?
El futuro en algún momento se resolverá como presente y nuestras expectativas se afirmaran ciertas o inciertas, pero el pasado es un terreno donde volcamos toda nuestra imaginación, todas nuestras aspiraciones. Es un terreno especialmente fecundo para la fabulación. Tendemos a imaginar escenas donde no estuvimos, es un mecanismo muy habitual. París tendría la población de China si todos los que creen haber estado allí en el 68 lo hubieran estado de verdad.
Pero nos ocurre también a un nivel más mediocre: aquella relación que idealizamos y que tal vez no fue tan feliz, aquel viaje iniciático que hicimos con los amigos del selectivo que en el fondo fue penoso… Tendemos a imaginar que aquellos momentos sí fueron importantes de verdad. Por eso los cuentos empiezan así: el Once upon a time no es baladí. Parece que las cosas importantes siempre pasaron en otro tiempo, nunca hoy.
–En lo cultural podríamos convenir que hay distintos tipos de nostalgia. Hay una que revisa y analiza críticamente los productos culturales determinados por su contexto. Pero también hay otra que es acrítica, se diría que hasta tóxica, porque romantiza el pasado sin más. ¿Cuál de las dos está más presente en nuestra sociedad?…CONTENIDO COMPLETO EN:
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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA POSVERDAD. Por Jorge Gallo García*

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A últimas fechas, el protagonismo es la constante dentro del ejercicio periodístico, es decir, ciertos personajes son más importantes y roban la atención más que el propio hecho, que en la realidad queda en segundo lugar y en ocasiones, relegado.
Por citar un ejemplo: Miguel Herrera, director técnico de uno de los equipos más populares de México, “El América”, ha sido noticia debido a los enfrentamientos que ha tenido con reporteros que al conocer su temperamento y a sabiendas que “El Piojo es de mecha corta”, le hacen preguntas provocadoras esperando que el DT pierda los estribos y con un arranque de ira “dé la nota”.
Así, Herrera pide a los reporteros “ser profesionales” y evitar ser los protagonistas pues este papel le corresponde al encuentro deportivo y a lo que sucede en la cancha, no a la conferencia de medios.
En otro ámbito y en la principal potencia del mundo, Donald Trump, presidente de Estados Unidos y sin duda, el hombre más poderoso del planeta, trae un pleito cazado con los medios de comunicación de su país.
Ya se hizo común que Trump niegue el acceso a ciertos periodistas, que le pida a seguridad que los saque de la conferencia, que a algunas cadenas informativas las acuse de “mentirosas” y de estar en su contra y de generar las tan de moda por su difusión discriminada por medio de redes sociales, “fake news” o noticias falsas.
Sin embargo, Trump no está solo, ciertas importantes cadenas de noticias, diarios tradicionales y portales de internet, celebridades, destacados deportistas y empresarios lo apoyan, lo que termina dividiendo a la opinión pública en dos bandos.
Y en los hechos, la sociedad estadounidense se encuentra fuertemente dividida entre los críticos y detractores de Donald Trump y sus seguidores (o feligreses, como irónicamente los llaman). Medios de comunicación tradicionales (prensa escrita, radio y TV), ahora reforzados por memes que por montones circulan en la red.
La proliferación de “twitteros”, “influencers”, “youtubers” o “facebuqueros” si bien es cierto que le han dado voz grupos vulnerables y que en décadas anteriores se encontraban relegados, también ha permitido la circulación de material que puede ser tendencioso, realizado con la intención de atacar o defender a alguien o en el peor de los casos, incitar a la violencia, crear miedo o difundir el pánico (como lo vivimos en México después de los terremotos de 2017).
Y para acrecentar esta división, aparecen “periodistas aguerridos”, “incómodos”, o reporteros protagonistas que, sin el menor recato, le dicen a un funcionario “que miente”, lo que nuevamente divide a la opinión pública, entre quienes los critican por insolentes y quienes aseguran que son valientes y verdaderos guerreros.
Ahora veamos el caso mexicano; desde que asumió la Presidencia en diciembre de 2018, Andrés Manuel López Obrador ha dado ruedas de prensa por las mañanas (“Las mañaneras” como se le conoce en el gremio periodístico). Y en ese ejercicio de intercambio e interacción entre reporteros y el Presidente de México, se han dado ríspidos encuentros entre la llamada “Prensa fi-fí y conservadora, y la Presidencia de la República.
López Obrador les pide a los reporteros que sean más objetivos, que investiguen y que no den verdades a medias o parciales; dicha prensa que se siente aludida, reclama que AMLO busca callar a sus críticos, que es intolerante y que no acepta críticas.
Y al igual que sucede en Estados Unidos, gran parte de la sociedad mexicana se encuentra dividida entre los partidarios de López Obrador (a quienes despectivamente se llama “Chairos”, “Peje-chairos” o “Peje-zombies”), contra los detractores de la llamada “Cuarta transformación” (apodados Dere-chairos o Fi-fís).
En tal contexto, en redes sociales circulan memes, blogs, videos y periódicos en línea que además de difundir una “verdad parcial” o una “mentira a medias”, aseguran que ellos son los que tienen la razón y que el otro es quien está equivocado.
Entonces… ¿Quién dice la verdad? ¿Quién tiene la razón?… ¿Quién es el bueno y quién es el malo? Todo depende de la posición e ideología que tenga el receptor; quién esté a favor de López Obrador va a tachar a sus opositores de “Fi-fís y conservadores”.
A este fenómeno que ha permeado gradualmente en los medios de comunicación pero que se ha ido implantando desde el predominio del capitalismo como sistema económico se le denomina “posverdad”, pero ¿qué es la posverdad?
Diversos estudiosos consideran que la posverdad es el crear verdades relativas, parciales, que se ajustan a la realidad y preferencias de los grupos a los que conviene. Pero no basta con que un periodista reconocido haga un análisis que pueda parecer parcial o tendencioso, éste se tiene que repetir hasta el cansancio y debe ser apoyado por gente que tiene influencia en la sociedad.
Dicho de otra manera, si un periodista realiza una declaración escandalosa y que pueda verse como una afirmación dura, debe ser respaldada por otros periodistas y en las diferentes plataformas que tienen los consorcios de la comunicación: noticiarios, páginas web, mensajes en las redes, una y otra vez hasta que termine por convencer al receptor.
Y del otro lado, si AMLO dice algo que cree controversia, es respaldado por memes, youtubers y todo un ejército en la web que busca volver contundente la “verdad” que a ese grupo le conviene.
En conclusión, este es el nuevo modelo de la comunicación masiva y para bien o para mal, debemos acostumbrarnos a ver incongruencias, bulos y a periodistas cada vez más agresivos; violencia verbal en las campañas políticas, escándalos sexuales y todo tipo de información que denigre, ridiculice y literalmente, aplaste al contrincante. Indudablemente nuevos tiempos para ser reflexionados con mayor rigor.
(*) Periodista y Maestro (UAM-Azcapotzalco)
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FORMAS DEL PERIODISMO CONTEMPORÁNEO: LA PROVOCACIÓN Y PROTAGONISMO ENCUBIERTOS. Por Fidel Carlos Flores*

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A quienes nos dedicamos al periodismo -en sus distintas modalidades- no deja de sorprendernos las motivaciones de cómo se llega a él y cómo posteriormente se forja un «estilo» para sobresalir o llamar la atención, olvidándose de lo esencial, es decir, del papel del periodismo frente a la ciudadanía.
En ocasiones el ego, la provocación y el interés económico disimuladamente aparecen en trabajos periodísticos sesgando contenidos y utilizando distintas formas.
El periodismo, nos recuerda Omar Raúl Martínez, requiere: “sobre todo de disposición intelectual y sentido ético para intervenir socialmente en la lectura de la realidad. Exige el retorno a los criterios básicos del oficio: rigor, contexto y fuente, es decir meticulosidad, compromiso ético-cívico para buscar la verdad, equilibrio y conocimiento.
Por otro lado, la concentración económica que a nivel mundial caracteriza al desarrollo de la industria mediática, y de la cual México no es la excepción, amenaza con un selectividad noticiosa sobre qué es lo relevante para informar a la sociedad. El debate sobre la verosimilitud de los hechos y la objetividad de los mismos permiten que, eventos socialmente relevantes permanezcan ocultos o que se destaquen hechos intrascendentes para el desarrollo del conjunto social. De ese modo -en general- la visibilidad social es resultado de la realidad que se construye en los medios”. (1)
En el libro Periodismo Urgente, Ricardo Raphael afirma: “Una enfermedad compleja de nuestra época es el relativismo que quiere considerar como equivalentes piezas de información que no lo son. Es la epidemia de la posverdad que tiene como constante el menosprecio por hechos, la evidencia y los elementos objetivos del contexto. Esta enfermedad provoca que el monólogo triunfe sobre el diálogo; la gesticulación elocuente y exagerada sobre los argumentos; las pasiones más bajas por encima de las razones, y el marketing desprovisto de sentido sobre la política democrática.
El periodismo serio es una disciplina que permite distinguir entre la información fabricada y aquella que podría ser verdadera. Se trata, por ello, de uno de los antídotos más eficaces para enfrentar el relativismo y la posverdad. Sus procedimientos ordenados y sistemáticos ayudan a verificar datos y fuentes, aportan contexto, agregan valor para el análisis, contrastan opiniones y logran trascender las subjetividades”. (2)
La RAE (Real Academia Española) define a la posverdad como una distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública. Situación anómala que una parte del periodismo practica.
En tales circunstancias, cuando un periodista toma postura por uno de los personajes en cuestión, por su ideología o por línea editorial y comparte abiertamente la perspectiva de un bando, éste pierde calidad y objetividad periodística, es decir, subestima el investigar la verdad.
Al respecto la provocación y tono inquisidor de Jorge Ramos al entrevistar a presidentes de Suramérica ha sido una constante, en ocasiones proyectó su hiperactividad verbal hacia Evo Morales de Bolivia, Rafael Correa de Ecuador, Nicolás Maduro de Venezuela, entre otros. A veces -incluso- sus preguntas llevaron cierto tufo de prejuicios.
Así las cosas, este fin de semana Jorge Ramos se presentó a la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador y cuando le tocó su turno continuó con su estilo de interpelación sobre estadisticas de la violencia, además de reclamar por qué se pidió al periódico Reforma revelarar fuentes.
En este escenario el activista y sacerdote Alejandro Solalinde en redes sociales criticó dicha intervención, afirmando: “La agresividad y altanería de Jorge Ramos no se puede repetir. La insolencia con la que trató a nuestra legitima y máxima autoridad nos ofendió a mexicanos y mexicanas que luchamos por un cambio. ¿Por qué no le habló así antes a los presidentes corruptos anteriores? ¿Qué otro presidente de México ha permitido que los periodistas lo cuestionen cómo lo hacen con López Obrador, no contradice esto el adjetivo de régimen totalitario o dictadura tan usada por una oposición –irónicamente- a solo 4 meses de un gobierno?» Finalizó.
Por otra parte, Sandy Aguilera, periodista corresponsal de Grupo Larsa Comunicaciones –en video- afirmó que: «Jorge Ramos solo buscaba protagonismo y que no es mejor periodista el que va siempre en contra de lo que dice el presidente, se debe priorizar e investigar la verdad. Y en lo que respecta a la revelación de fuentes que, Ramos apuntó no se debe exigir a Reforma, no es cierto, yo le hice la pregunta al presidente sobre la carta a España y al responderme en la parte final mencionó: sería bueno dijeran quien les filtró la carta, sería bueno, pero si no lo quieren hacer, están en su derecho«. Remató.
El periodista Carlos Pozos (conocido como Lord Molécula) antes de la intervención de Ramos, lo entrevistó brevemente: “Vine a la mañanera a hacer preguntas duras, hay que venir a incomodar a la gente que está en el poder. Si el periodismo no es contrapoder no es periodismo y siempre tenemos que estar del otro lado de los que tienen el poder, antes era en contra de Peña Nieto ahora tiene que ser en contra de Andrés Manuel López Obrador”.
Debemos destacar que la comunicación y relación del presidente con la prensa es totalmente distinta e inédita y eso hay que valorarlo. Es más los medios tradicionales, antaño cercanos al poder y hoy desplazados, dan la impresión de actuar con rabia o molestia.
Finalmente, nos preguntamos: ¿Qué espera la sociedad de un periodista? Y repetimos, que sus contenidos proyecten: rigor, contraste, contexto, respeto, imparcialidad y veracidad en la forma en que realiza y presenta su información. Dicho lo anterior, en varias ocasiones Ramos ejerció un periodismo de medias verdades lo cual pasa por sus filias y fobias personales. Craso error.
(*) periodista (EPCSG) economista (UAM-A)
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(1) Repensar el periodismo (Aristas del reportaje y otras reflexiones). Omar Raúl Martínez. Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa (CdMx. 2011)
(2) Periodismo Urgente. Manual de Investigación 3.0, Ricardo Raphael y Lizeth Vázquez Castillo. Editorial Paidos (CdMx. 2017)

LA ÉTICA Y EL SECRETO PROFESIONAL (APUNTES PERIODÍSTICOS). Por: Fidel Carlos Flores C. (*)

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NIP. 10/04/19 (CDMX). Una definición básica de Deontología (Ética) Periodística afirma que,
«es un conjunto de principios éticos asumidos voluntariamente por quienes profesan el periodismo, por razones de integridad, de profesionalismo y de responsabilidad social«. Por ello, es fundamental y trascendente en la construcción de una sociedad democrática. Entre otras razones, también permite:
a) edificar parámetros para una mejor calidad de vida mediática,
b) contribuye a optimizar el derecho a la información,
c) coadyuva a formar grupos de recepción crítica de medios entre los distintos sectores de la sociedad,
d) establece importantes ámbitos de protección de los derechos de los ciudadanos al informar (Por ejemplo: el derecho a la vida privada, el derecho al honor y el derecho de réplica, entre otros)
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Estos conceptos parecen estar totalmente alejados de nuestra realidad por ello, un compromiso debe ser analizarlos y ejercerlos, destacando su importancia para la construcción de una sociedad critica que exija cambios (en los sectores que así lo requieran) para mejorar.
En el escenario tradicional, la necesidad de cambios en la prensa es el resultado de varios aspectos internos y externos. Repasemos algunos sexenios: con el ex presidente Vicente Fox la prensa en general no reacondicionó sus nuevas relaciones con el Estado. La frivolidad y los constantes desaciertos del gobierno de Fox, unido a la falta de visión y unión del gremio periodístico, frenó tal oportunidad. Con el presidente Felipe Calderón (segundo gobierno del PAN) continuó no existiendo voluntad política para cambiar dichos modelos y mecanismos heredados del sistema priista. Luego con el gobierno de Enrique Peña Nieto las cosas empeoraron en todos los aspectos.
Sin embargo, ni el Estado, ni el mercado, ni la plutocracia actual (dueños de medios y concesiones) deben regular los medios y contenidos periodísticos, ya que en la práctica, dichos medios, salvo raras excepciones, ejercen control absoluto. La manipulación es frecuente y la noticia -considerada simple mercancía- un instrumento para proteger intereses (atacando o suavizando). En tal escenario la alternativa a seguir debe ser la autorregulación y la participación de la sociedad civil como contrapeso vital.

Los valores inherentes a la ética únicamente adquieren sentido si están inscritos en el conjunto de la sociedad, como un sistema entrelazado. No es posible establecer criterios para un determinado grupo si aquellos entran en conflicto con las ideas y las representaciones de la colectividad” (2)
La autorregulación (o deber ser) debe tener mecanismos internos precisos. Por otro lado, a la par de un código ético debe ir un marco normativo jurídico adecuado, claro y directo, el cual tenga por objetivo cerrar paso a malas interpretaciones, excesos y abusos de poder, resultando de ello una ética más funcional.
A pesar del contexto adverso y de la inercia neoliberal en el país, en la CDMX, hace algunos años se fueron dando primeros pasos para mejorar y agregar normas jurídicas relacionadas al papel de la prensa, entre ellos el secreto profesional.
En este sentido, en el medio periodismo frecuentemente se afirma “sin secreto profesional no hay periodismo auténtico”. Pero ¿a qué se refiere el secreto profesional?

A la garantía para preservar la confidencialidad de sus fuentes –cuando haya circunstancias excepcionales que así lo requieran– lo cual, constituye uno de los requisitos de la libertad y la independencia de la prensa. Garantizar ese recurso del periodismo tendría que ser de mayor prioridad para la sociedad y el Estado. En este sentido, la prensa y quienes la hacen tendrían que reconocer que el secreto profesional constituye una prerrogativa ejercible solamente en circunstancias muy especiales. Ocultar fuentes para practicar un periodismo de rumores e informaciones a medias amparándose en el secreto profesional constituye, con lamentable frecuencia, un abuso de ese derecho y una transgresión de las pautas éticas más elementales en este oficio” (3).
El secreto profesional lo ejercen los periodistas pero, entendido de acuerdo con el interés público que tiene, se trata de un derecho de la sociedad. No es simplemente, como a menudo se piensa, una garantía gremial ni un fuero de los periodistas. Se trata de un instrumento para asegurar la calidad en la información. Por eso puede asegurarse que defender el secreto profesional de los periodistas es defender a los lectores” (4).
A esta garantía se la puede considerar, de acuerdo con el Consejo de Europa, como “el derecho del periodista a negarse a revelar la identidad del autor de la información, a su empresa, a terceros y a las autoridades públicas o judiciales” (5). Es decir, no se trata solamente de una salvaguardia ante las autoridades gubernamentales o judiciales sino también, delante de posibles coacciones de particulares o incluso de las empresas periodísticas.
Aunado a tal concepto encontramos la expresión off the record o a micrófono cerrado que hace referencia a información obtenida de fuentes confidenciales o extraoficialmente (ojo) con atribución de reserva total.
De esa manera, el secreto profesional forma parte de las garantías básicas de los periodistas en la sociedad contemporánea. Otro concepto relacionado trata de una prerrogativa indisociable “la cláusula de conciencia” que permite a los periodistas rehusarse a realizar un trabajo, o suscribir una nota, que sean incompatibles con sus convicciones.
Ambas son garantías para un ejercicio competente del periodismo. A la cláusula de conciencia se la puede definir como “
la facultad que tiene el comunicador de rescindir su relación jurídica con la empresa informativa y recibir una indemnización equivalente a cuando menos la de despido por voluntad de aquélla, en los casos en que la empresa afecte la reputación, la dignidad moral o el honor del comunicador” (6).
En consecuencia la vida periodística, necesita que las nuevas generaciones tengan prácticas éticas responsables además de sensibilidad e inclusión social. La inercia y practica de malos hábitos como ocultar fuentes y manipular información o proporcionar medias verdades (sin contexto) a pedido del medio, son negativas y lo peor, amparándose en el secreto profesional, el cual -en dicha condición- transgrede pautas éticas básicas y deja de lado el afán investigativo y la escrupulosidad profesional.
Destacamos la afirmación del comunicador Raúl Trejo Delarbre sobre el aspecto positivo de esta garantía de prensa y dice: “
hay reporteros, que pueden encontrarse con informaciones que únicamente pueden proporcionar si garantizan la confidencialidad de sus fuentes, en ellos se justifica plenamente la existencia del secreto profesional, ya que se trata de un recurso para ser empleado en ocasiones límite”. (7).
Por otro lado, el Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Eduardo Bertoni, manifestó: “la confidencialidad profesional tiene que ver con el otorgamiento de garantías legales para asegurar el anonimato y evitar posibles represalias que puedan resultar de la divulgación de cierta información. Por lo tanto, la confidencialidad es un elemento esencial de la labor periodística y del papel que la sociedad ha conferido a los periodistas de informar sobre cuestiones de interés público” (8).
Es menester –entonces- recordar que el derecho al secreto profesional del periodista tiene como objeto, el derecho a saber de la sociedad. El cual es, una de las formas más importantes para la toma de decisiones y rendición de cuentas. Así pues, en las democracias consolidadas la protección a dicho derecho es una práctica común.
A cuatro meses del actual mandato, el presidente Andrés Manuel López Obrador (y su 4ta. transformación) está reconfigurando la relación del gobierno con los medios de comunicación, incluido sus periodistas.
Vivimos tiempos inéditos -hasta el momento- de apertura, transparencia y contacto virtual en tiempo real, nunca antes visto. Ejemplo: las conferencias mañaneras, la agenda nacional, el discurso y explicación presidencial, la restricción de publicidad oficial, la adjetivación de la prensa “fifí”, entre otros.
En conclusión, afirmamos que el ejercicio de los temas abordados le hacen bien al país y a un periodismo digno, honesto y consecuente, que priorice el bien común y la construcción de una opinión pública con rigor, contexto y fuente, lo cual –indudablemente- incrementará su credibilidad.
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Periodista (EPCSG) y Economista (UAM-A)
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Fuentes:

(1) José Luís Vásquez Baeza. Material de estudio de las clases de Ética periodística. Maestría de Periodismo Político. Escuela “Carlos Septien García”.
(2) Claudio Abramo. A regra do jogo. Brasil 1998: 109.
(3) Raúl Trejo Delarbre. Investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Página web: http://raultrejo.tripod.com
(4) Josep Maria Casasús, «El secreto profesional de los periodistas». La Vanguardia 1 de abril de 2001, en Observatorio da Imprensa,
http://www.observatoriodaimprensa.com.br/artigos/voz040420014.htm
(5) Citado por Marc Carrillo, “Cláusula de conciencia y secreto profesional de los comunicadores”, en Jorge Carpizo y Miguel Carbonell, coordinadores, Derecho a la información y derechos humanos. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 2000, p. 418.
(6) Jorge Carpizo, “Algunas reflexiones sobre la cláusula de conciencia de los comunicadores”, en Carpizo y Carbonell, coords., cit., pp. 482-483.
(7) Raúl Trejo Delarbre, Prólogo al libro de Ernesto Villanueva El secreto profesional del periodista. Fragua Editorial, Madrid, 1998, p. 10.
(8) Eduardo Bertoni, Relator Especial para la Libertad de Expresión, Comunicado de Prensa PREN/89/03, “Observaciones Preliminares al finalizar su visita oficial a México”. http://www.cidh.oas.org/Relatoria/Spanish/Compren2003/ComPren8903.htm

 

LOS MITOS SOBRE COLOSIO. Por Jorge Gallo García*

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Se dice que las leyendas y los mitos en la sociedad se crean porque un personaje muere en el momento justo que debe morir. Muchos de estos decesos que son de improviso, sorpresivos y hasta trágicos llegan en la cúspide de su carrera, trayendo como consecuencia que surjan leyendas urbanas que a la postre convierten a ese personaje en mito.
Lo negativo en mucho de los casos, es que un personaje es visto, catalogado y recordado como algo que en realidad no hizo o no fue. Ejemplos sobran, pero mencionemos algunos de los más representativos.
James Dean, el actor estadounidense que encarnó a la juventud desilusionada por los cambios sociales que se vivían en los años 50, murió en un accidente automovilístico, cuando chocó su auto contra un conductor que viajaba a exceso de velocidad. Dean falleció a los 24 años, pero nació un icono, una leyenda que siempre será recordada como “el eterno rebelde sin causa”.
En el cine mexicano, Pedro Infante falleció en la cúspide de su carrera, a los 39 años de edad y justo cuando su popularidad estaba en su punto máximo. Pedro -como le llama cariñosamente sus millones de fans-, dejó de existir físicamente en un accidente aéreo, pero nació el gran mito que no sólo es del cine mexicano.
Pedro Infante es visto como el prototipo del mexicano: varonil, valiente, coqueto, cumplidor, alegre; en el extranjero, “El carpinterito de Guamuchil”, nos guste o no, es un referente del mexicano, pero… ¿Lo mismo sucede con Luis Donaldo Colosio?
Luis Donaldo Colosio fue asesinado el 23 de marzo de 1994; era el candidato del entonces partido oficial, “partido aplanadora” que controlaba los destinos de México. Dentro del sistema político mexicano, el candidato oficial era virtualmente el presidente de México pues era impulsado no sólo por el mandatario en turno, sino por todo el aparato oficial, empresarial y por todos los poderes fácticos que formaban la intrincada política nacional.
Mario Aburto Martínez fue quien disparó la bala que impactó la cabeza del candidato quien hacía campaña en Lomas Taurinas, colonia popular en la ciudad de Tijuana, sin embargo, dio origen al mito del político joven, demócrata, innovador y enemigo de la vieja clase política que aún se encuentra presente en el país.
Desde entonces, Luis Donaldo Colosio ha sido considerado un nuevo mártir por la democracia; un hombre que dio su vida por sus ideales que consistían en la justicia social y en el cambio a fondo del gastado sistema político mexicano.
En la percepción de gran parte del ciudadano mexicano, en el asesinato de Colosio están involucradas las cúpulas del poder mexicano y no sólo el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari.
Salinas -en el imaginario colectivo- sabe quién mató a Colosio; en la calle, la gente dice que Mario Aburto es el asesino material pero atrás de él está el propio gobierno mexicano, y se olvida de que el asesinato del candidato puso en jaque a la ya endeble economía mexicana. ¿Alguien recuerda que al día siguiente no abrió la Bolsa Mexicana de Valores, para evitar el desplome de la misma?
El mito de Colosio es tan grande, es un símbolo que año con año, en su aniversario luctuoso, dependiendo de las necesidades del partido, el PRI lo utilizó en sus discursos y su propaganda. Cuando el PRI necesitaba verse como un partido moderno y demócrata surgía la figura de Colosio.
O bien, cuando el PRI era atacado por sus adversarios políticos, Colosio y su muerte fue señalada como la gran traición del gobierno y el miedo al cambio que el candidato representaba… Sin embargo, hay ciertas -e importantísimas- circunstancias, que envolvían a Colosio y ahora no se mencionan, pues el mito es tan grande que tapa y calla toda crítica.
Como primer punto, tomemos en cuenta que en aquellas elecciones cada vez más lejanas de 1994, las encuestas comenzaban a permear en las campañas políticas y aunque no eran vistas como el arma de propaganda que son actualmente, sí influían en la estrategia a seguir.
Y aunque en su momento llegó a ser noticia, Luis Donaldo Colosio iba en segundo, tercer lugar, que el candidato que tenía la intención del voto mayoritario era el panista Diego Fernández de Cevallos y que su campaña no encendía. Eso explica -dicen muchos estudiosos-, que la gira de Colosio por Tijuana no era ampliamente seguida por la prensa pues quien robaba la atención mediática era “El Jefe Diego”.
Entonces -explican las teorías de la conspiración-, el Estado Mexicano y sus poderes fácticos -representado por el presidente Carlos Salinas-, “decidieron” retirar a Colosio de la lucha por la presidencia, aunque no del mejor modo pues le costó la vida al candidato.
Otro aspecto que ya no se menciona son los supuestos nexos de Colosio con carteles del narcotráfico; en diversas investigaciones periodísticas y por informes de la CIA que con el paso del tiempo se han filtrado a la prensa, Colosio pensaba dar un golpe espectacular en contra de alguno de los grandes capos de la droga, por lo cual el narcotráfico planeó y ejecutó su muerte.
Otro de los mitos sobre Colosio son la economía y el cambio radical del PRI como partido de Estado; sin embargo, diversos estudiosos aseguran que la economía mexicana ya se encontraba mal y que la crisis era inminente.
Y fue precisamente lo que le explotó a Ernesto Zedillo, sustituto de Colosio, con el llamado “error de diciembre”. Finalmente, Zedillo entregó el poder al entonces opositor Partido Acción Nacional en la persona de Vicente Fox.
Irónicamente, Fox fue quien tuvo la oportunidad histórica de cambiar el sistema político mexicano, pero no lo hizo. Entonces, ¿con la muerte de Colosio se cortó la posibilidad de una transformación a fondo del país? ¿Colosio era la verdadera esperanza de cambio, bienestar y justicia social?, o… ¿Colosio era más de lo mismo y con su llegada al poder seguiría todo tal cual convenía al PRI?
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(*) Periodista y Mtro (UAM-A)