“LA CAJAS” DE LUIS SPOTA (Reseña) Por Jorge Gallo García* (388)

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Las cajas del escritor mexicano Luis Spota, retrata de manera cruda y crítica al Estado odioso, absorbente y dictatorial pero complaciente, protector y conocedor de los gustos y necesidades de la gente, empantanando a la sociedad en un círculo vicioso interminable.
La novela del escritor y periodista mexicano Luis Spota, publicada en 1973 bajo el sello de Grijalbo, narra la lucha interna del personaje principal al pensar huir de su país en busca de las libertades políticas que su gobierno le niega.
La historia transcurre en un país ficticio que sin duda se encuentra en América Latina: ¿Centro América… América del Sur?… Eso no importa, lo que vale es que refleja el círculo vicioso en que se han sumido muchos de nuestros países: Un General que se levanta en armas para derrocar a otro General que se ha perpetuado en el poder, que de caudillo pasó a convertirse en un dictador, que controla la vida económica, política, deportiva, cultural y hasta sexual del pueblo.
En una atmósfera asfixiante, el personaje principal -del cual no se menciona su nombre-, junto con un grupo de gente que se encuentran con él, tiene la misión de transportar unas misteriosas cajas a la frontera, donde a la primera oportunidad escaparán a otro país donde encuentren libertad de prensa, un mejor nivel de vida y donde comenzar desde cero.
En esa rara marcha donde son siempre acompañados por soldados, el personaje recuerda a su amante, el sexo con ella que lo sacó, aunque fuera un momento del alcoholismo que sufre; en su memoria está presente ese Estado absoluto, que le ha dado un trabajo como un burócrata mediano, adscrito al Ministerio de Propaganda; entonces él también es parte de forjar la figura de un caudillo, un líder revolucionario que dirige los destinos del país.
Cabe una reflexión: ¿Qué es La Revolución? Ésta no se define, se vive; se lleva en el alma en cada uno de los habitantes, es el orgullo nacional, el progreso material y aunque el país sea pobre, tenga un nivel de vida bajo, no es esclavo de las potencias ni del imperialismo… El habitante es digno y soberbio, aunque pobre y sin acceso a lo básico que debe proporcionar el Estado.
El gobierno es absoluto, una dictadura que lleva años luchado contra una guerrilla que oficialmente no existe, sin embargo, él reconoce que ese gobierno que ha formado una camarilla de burócratas ricos contra millones de pobres, es un ogro de buenas intenciones.
La burocracia a la que pertenece bebe otro tipo de café, fuma habanos más finos, tiene acceso a un auto, se embriaga con ron y wiski de importación; vive en un departamento digno, tiene una mujer que le brinda sexo, que le aguanta su alcoholismo, que lo apoya en las resacas y en las lagunas mentales.
Ese Estado también sabe lo que el ciudadano común quiere y se lo da: el país tiene dos equipos de fútbol que son enemigos a muerte, que juegan el clásico y levantan pasiones; la gente vive la rivalidad, sufre y goza los partidos. El gobierno les da televisión y el pueblo se entretiene; tienen fiestas religiosas, verbenas populares, bailes… ¡Pobres pero felices y dignos por su Revolución!
Finalmente, al llegar a la frontera y con la oportunidad de escapar, el personaje principal se arrepiente y se cuestiona: ¿Vale la pena dejar lo ganado por la Revolución? ¿Tiene sentido dejar los escasos lujos que tiene la burocracia media? ¿Qué es esa libertad que muchos buscan?
En estos años donde el nacionalismo resurge, donde gobiernos latinoamericanos de mano dura parecen regresar, Las cajas es una novela que está más vigente que nunca.
(*) Maestro en Literatura Mexicana Contemporánea (UAM Azcapotzalco)
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